Historias del Dakar: El bombero parisino

Con Yannick Guyomarch en carrera, todas las etapas del Dakar tienen su aquel. El piloto se mueve a medio camino entre la liebre y la tortuga y su estrategia le ha permitido colarse entre los pilotos que siguen en carrera al término de las 9 primeras etapas.



Además de su paso lento pero seguro, el principal activo de este bombero parisino, que ha sufrido no pocos percances desde el inicio del rally, es su voluntad de hierro: “En la tercera etapa tuve que cambiar de motor y colocar el de repuesto, algo que quería evitar porque no está en la mejor forma. Desde entonces, más que exprimirlo, me limito a ‘cuidarlo'”.

El entusiasmo, sin embargo, le juega a veces malas pasadas a Yannick, llevándole a cometer errores que paga después en horas perdidas en la pista o reparaciones que le obligan a sacrificar horas de sueño. “En la 8ª etapa tuve un momento de euforia. Rodaba más bien rápido, con confianza, cuando tracé una trayectoria demasiado ambiciosa que me llevó al suelo a 100 km/h. Fue un buen golpe para mis cervicales, así que desde entonces intento encontrar posiciones en las que controlar el dolor.” 

El aviso, no obstante, no le sirvió de lección, pues en la carretera hacia Iquique, Yannick decidió volver a hacer gala de su sentido acrobático: “A falta de 20 km para la meta, volví a dejarme llevar por la euforia. En esta ocasión, choqué contra una piedra y me caí. No me hice daño pero todos los soportes de los instrumentos de navegación quedaron tocados. Tengo muchos deberes por delante antes de acostarme.” 

Inscrito en la prueba, como un puñado de motoristas, sin la ayuda de un equipo de asistencia, la epopeya de este año tiene para Yannick un sabor muy especial: “Este Dajar me gusta, porque hay que ganárselo".

Fuente: Dakar.com

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